domingo, 15 de agosto de 2010

porque la vida cambia


Que extraño es el sentimiento que cabalga entre la rotunda felicidad y la más profunda tristeza, es como la muerte de aquella persona anciana genial que se marcha dejando un legado y un amor increíbles, con inmensa satisfacción, pero de la cual quienes nos quedamos le despedimos con profunda melancolía y egoísmo, aunque en mi opinión ese egoísmo habla más del amor que se le tiene que de cualquier otra cosa…

Hay personas que se te mueren en vida.
Y hay personas que te matan una parte de ti misma en vida…

Siempre me ha parecido que equivocarse es una delicia y una libertad, pero con el tiempo te das cuenta que el Karma te va devolviendo todo aquello que ya sabías que en su momento ya te rechinó en la conciencia. (Esta frase está elaborada gracias a otra de una persona muy especial a la cual le dedico el siguiente párrafo, aunque en realidad creo que le está dedicada toda la maldita entrada de hoy).

Hay que ser consecuente o al menos valiente para levantarse y mirar a la cara a la gente que te rodea, y también poder mirar a través de la distancia a aquellos que están lejos de tu piel, pero que en determinados momentos estuvieron cerquísima de tu alma, aquellas personas que tienen un peso tan grande en el centro de tu pecho y que tienen la puta capacidad de acongojarte cuando piensas demasiado en ellas, personas que sabes que das por perdidas o al menos no recuperables en su esencia original, sencillamente porque el alambique que ellos necesitan para su destilación es tan exclusivo que te encargaste de romperlo por precaución de tu propia entereza para no tener que volver a llorar por ellas más y más que mares de lo que ya lloraste…

La vida cambia, y no eliges cuando, a veces te avisa un poco, aunque ese propio miedo hace que los pequeños avisos sean ignorados por el trasiego de lo mundano, además el saber que no los oyes te deja seguir respirando y te puedes permitir esa mínima satisfacción de poder seguir engañándote y engañando a los demás… (mientras puedas) porque sabes que cuando esa jodida persona vuelva a aparecer te hará desnudarte y quedar en evidencia, te hará llorar de nuevo otro mar, el mar que por fin pensabas del que te habías librado.

Tengo 25 años, y ya me tomo con ventaja las emociones, la capacidad de emocionarme es enorme en mí, siempre la ha sido, no quiero cambiarla, pero al menos ya me las conozco, dentro de lo que considero “emociones” está la de la parte defensiva y reticente hacia determinadas cosas y recuerdos en la mayoría de ocasiones, sé que no es un sentimiento, pero está muy fuertemente ligado a ellos, más que nada como consecuencia a ellos, la reticencia, el reproche y el miedo es proporcionalmente intenso al nivel de sentimiento que albergué en su momento… Así que, dedicado a dicha persona, reitero, imagina de reproches que tendría para ti.

Esto es lejano, un eco inmenso, un espacio absurdo, una estupidez, esto que dicha persona podría leer no es más que ese susurro ignorado que es precedente a un posible cambio que futuramente llevaremos a un encuentro fortuito e idiota, a una conversación vana, no comprometida y fácil de olvidar…

En realidad no quisiera volver a verte jamás, jamás, porque aquello que tal vez los dos veamos no será en absoluto la realidad que ambos pensamos alguna vez o tal vez milésima de millones de veces… ¿qué esperabas? Haberlo dejado estar.

No quiero que suene a reprimenda, ya he descubierto muy poquito a poco que nadie en la medida de lo que es consciente deja mella en la otra persona mediante la fuerza física o emocional podría decirse, sé que si alguien recoge las palabras vertidas de otra persona es porque en algún momento de su vida las sintió, así que no me importa en realidad un pepino si se me entiende o no, quien las recoja sabrá por qué y quien no lo haga también sabrá o felizmente lo ignorará, bendita ignorancia.

No veo la necesidad del desorden por el desorden cuando partimos de una mente ya de por si desordenada…(mi mente mil y otras mil veces loca toda la vida) No quiero remover el café más de lo necesario ni bucear más profundo de lo que yo misma me permito, cuando entregas las malditas llaves de ya se sabe qué a una persona y te las pierde en el fondo del mar, te pasas la vida buscándolas porque tal vez las necesites para entregárselas a otra persona que las guardará con más cuidado y no veo el motivo de por qué haya de permitir que vuelva el remolino que haga mandarlas de nuevo a las simas profundas de mi desordenada cabeza… No, es un no. Prefiero irme a seguir viviendo de la manera más absurda que imagines para mí, como siempre hiciste, prefiero, que si vuelvo a llorar, no tengas conciencia de ello nunca jamás, al menos así no me molestará tanto la presión del interior de mi pecho que se me instaló desde que supe de tu existencia… Así con los años olvidaré donde puse el manual de construcción de tu alambique, porque me costó todo este tiempo desintoxicarme de tu maldita y bendita esencia… Sé que es triste, pero es que en realidad siempre lo fue, lo que pasa es que no te acuerdas de cómo estaban mis ojos en aquel tiempo, porque jamás te paraste a mirarte en ellos por más que te los ofreciese, ahora los utilizo como faros en las profundidades marinas, sigo buscando la llave que me perdiste, te podrías merecer seguramente eso, hasta cualquier cosa… nadie mejor que tú te conoce, bendices a quienes amas y los maldices eternamente con tu futura despedida.
Todo esto viene a resumir que aún te quiero con el alma, y lo complicado del alma, es que no solo duele como el mero y a veces simple corazón, es que el alma araña y acongoja como dije antes… eso quita muchos sueños…

Te mando un beso tan enorme como el que espera a darse a través de millones de recuerdos a través de los años y un futuro “hola” en una dimensión completamente distinta a la de hoy, un hola hueco y estúpido, pero del cual solo me quedaré con una sonrisa feliz…

Espero conocerte de nuevo, porque si he de recordarte, prefiero invitarte a la despedida.

miércoles, 11 de agosto de 2010



.................Me das tanto miedo que me niego a creer que eres
Pero el problema es que cuanto menos lo pienso,
la puta realidad se encarga de escupirme en la cara
y recordarme que llegaste a mi vida
para que desempolvara esa parte amada y caprichosa
de mi propio yo del que tristemente iba a prescindir
para deambular por la vida.

martes, 10 de agosto de 2010

...de vuelta

De vuelta a la realidad


Siempre me ha sido más difícil escribir sobre la felicidad que la tristeza, de hecho es que en poquísimas ocasiones la alegría ha creado en mí la necesidad de hacerlo…

Supongo que no soy especial ni un caso aislado, sino que es un mal de nuestro tiempo, un tiempo que vende a raudales píldoras como panacea de la propia dicha que ansiamos encontrar cada día.


Aplicando psicología como remedio a ello, (volvamos a los remedios) debemos tomarnos la búsqueda de la felicidad como un largo camino en el cual el propio paso y recorrido es el producto final, aplicarnos esas frases hechas de “no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita”, o “la salud es lo más importante”, etc… Por no recordar a nuestros abuelos, los eternos anclajes al mundo terrenal para nuestros etéreos cocos, recordándonos aquellas épocas en las cuales estrenar zapatos era un acontecimiento en un largo periodo de su niñez o juventud, no solo cuestión de cambio de temporada.


¿Será cierto aquello del “pobre niño rico”? Posiblemente, muy posible.


Nos han vendido que aquello es mejor que eso otro anterior, nos han lavado el cerebro con aquello de ”renovarse o morir”, han manipulado nuestras propias aptitudes ante la vida… Como dice Gramsci “el pesimismo es asunto de la inteligencia y el optimismo, de la voluntad”, como agnóstica creo en el ser humano por encima de todas las cosas y en su propias capacidades, por supuesto creo en su inteligencia como máxima, pero también amo su humanidad y sus defectos, y en sus defectos muy a menudo reside la voluntad o mejor dicho la falta de ella…


¿Podría ser que a veces es nuestra propia voluntad la que nos hace ser seres infelices? (Salvando siempre las distancias, contemos con que hay hechos y desgracias en la vida que están fuera de todo control humano y son verdaderas fuentes de infelicidad) ¿Podría ser que creamos en nuestra voluntad defectuosa una aptitud autocompadeciente y egoísta? Si reflexiono un poco he de reconocer que no solo soy consciente de mis problemas cuando hablo sobre ellos, sino que también lo soy cuando los comparo al escuchar los ajenos, y son de nuevo los míos propios los que salen a la superficie para igualarse o superar a los de mi interlocutor, no creo que solo me ocurra a mí, sino que eso se llama conexión y ese hecho es necesario para que ambas personas forjen una relación común, pero ¿qué me decís de la frase “si juntamos tu soledad y la mía, qué obtenemos dos soledades o la ausencia de ella?” y reflexiono: cuando encontramos otra soledad, otra desgracia, otra voluntad defectuosa ¿somos conscientes de la dicha que puede suponer ese hecho, o somos conscientes de lo pasajero y caduco que es ese sentimiento confortable? ¿Es la amistad / amor como un helado recién abierto? ¿Hemos de seguir emocionándonos ante ese hecho incluso teniendo grabados a fuego las experiencias anteriores que nos demuestran que se aproxima a la ilusión y lo transitorio finalmente?... Entonces en definitiva ¿Con qué nos encontramos con dos soledades acompañadas? ¿Con dos soledades que compartirán un camino más o menos corto?


La felicidad tiene un aura demasiado inquebrantable y luminosa, incluso engañosa, y no digo que sea el propio concepto de la felicidad quien lo tenga, sino la visión de la supuesta felicidad que nos han vendido y que difícilmente a ese nivel lleguemos a conseguir.


Con esta reflexión y “de vuelta a la realidad” hoy me encuentro en que a veces hay que asesinar a la inteligencia para obtener algo de voluntad y luchar por la felicidad, o en muchas ocasiones hacer un simple pero difícil esfuerzo en ser más tolerantes, empezando con uno mismo. Y sí, la felicidad se encuentra en el camino, y en el camino cambia el paisaje, las piedras, unas veces hay agua, otras sequía, unas veces encuentras caminantes y otras veces te tocará acampar a su ladera a solas…


Como el muy sabio refranero popular dice, y como manchega que soy, añadiré para terminar aquello de: “Mañana será otro día”.